3 de octubre, 2021
(Traducción de Revista Paradoxa, amplificada y ligeramente modificada)
He aquí algo que nunca verás en los medios masivos. Durante la gripe española de 1918, que se considera el "virus" más contagioso de todos los tiempos, los investigadores del Servicio de Salud Pública y la Marina de los EE. UU. trataron de determinar qué cosa causó la gripe y qué tan infecciosa era realmente. Sin embargo, los resultados de sus experimentos demostraron que la gripe no es infecciosa en absoluto. Aquí hay una breve descripción de lo que sucedió durante los estudios:
El estado de la ciencia, la microbiología y las vacunas alrededor de 1918
“Quizás los estudios epidemiológicos más interesantes realizados durante la pandemia de 1918-1919 fueron los experimentos en humanos realizados por el Servicio de Salud Pública y la Marina de los EE. UU. bajo la supervisión de Milton Rosenau en Gallops Island, la estación de cuarentena en el puerto de Boston y en Angel Island, su contraparte en San Francisco. El experimento comenzó con 100 voluntarios de la Marina que no tenían antecedentes de influenza. Rosenau fue el primero en informar sobre los experimentos realizados en Gallops Island en noviembre y diciembre de 1918. 69 Sus primeros voluntarios recibieron primero una cepa y luego varias cepas del bacilo de Pfeiffer mediante rociado y frotado en la nariz y la garganta y luego en los ojos. Cuando ese procedimiento fracasó en producir la enfermedad, otros voluntarios fueron inoculados con mezclas de otros organismos aislados de la garganta y la nariz de pacientes con influenza. Luego, algunos voluntarios recibieron inyecciones de sangre de pacientes con influenza. Finalmente, 13 de los voluntarios fueron llevados a una sala de influenza y expuestos a 10 pacientes de influenza cada uno. Cada voluntario debía estrechar la mano de cada paciente, hablar con él de cerca y permitirle toser directamente en su cara. Ninguno de los voluntarios en estos experimentos desarrolló influenza. Rosenau estaba claramente desconcertado y procedio con cautela antes de sacar conclusiones de sus resultados negativos. Terminó su artículo en JAMA con un revelador reconocimiento: “Entramos en el brote con la idea de que conocíamos la causa de la enfermedad y estábamos bastante seguros de que sabíamos cómo se transmitía de persona a persona. Quizás, si algo hemos aprendido, es que no estamos muy seguros de lo que sabemos sobre la enfermedad”. 69 (pág. 313)
“La investigación realizada en Angel Island y que continuó a principios de 1919 en Boston amplió esta investigación al inocular con el estreptococo Mathers e incluir una búsqueda de agentes filtrables, pero produjo resultados negativos similares. 70 – 72 Parecía que lo que se reconocía como una de las enfermedades transmisibles más contagiosas no podía transferirse en condiciones experimentales.”
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2862332/#!po=60.7527
Los
estudios en Gallops y Angel Island, que se llevaron a cabo en costas
separadas en diferentes momentos, mostraron que no importaba cuánto lo
intentaran los investigadores, no podían transmitir la gripe española
“mortal” de humanos enfermos a humanos sanos. Trabajaron muy duro para
infectar a los voluntarios de muchas maneras e intentaron explicar
cualquier factor que pudiera haber interferido potencialmente con la
transmisión. Por desgracia, no lograron transmitir el “virus” en ni uno
solo de todos los casos. Para profundizar más en lo que ocurrió en
Gallops Island, revisaremos el informe completo de Milton Rosenau.
Para profundizar más en lo que ocurrió en Gallops Island, revisaremos el informe completo de Milton Rosenau
EXPERIMENTOS PARA DETERMINAR EL MODO DE DIFUSION DE LA INFLUENZA.
MILTON J. ROSENAU, MD. BOSTON
“Los experimentos aquí descritos se realizaron en una isla en el puerto de Boston, en voluntarios obtenidos de la Marina. El trabajo fue realizado por un grupo de oficiales, destacados para tal fin, de la Marina de los EE. UU. y del Servicio de Salud Pública de los EE. UU., integrado por el Dr. GW McCoy, director de la Biblioteca Higiénica, el Dr. Joseph Goldberger y el Dr. Lake, todos por parte del Servicio de Salud Pública de los Estados Unidos; y cooperando con esos oficiales médicos, había un grupo también designado para este propósito por parte de la Marina de los EE. UU., formado por el Dr. JJ Keegan, el Dr. De Wayne Richey y yo.
El trabajo en sí se llevó a cabo en Gallops Island, que es la estación de cuarentena del Puerto de Boston, y esta particularmente bien equipada para operaciones de este tipo, sirviendo adecuadamente para los propósitos de aislamiento, observación y mantenimiento del gran grupo de voluntarios y personal necesario para atenderlos. Los voluntarios eran todos de la edad más susceptible, en su mayoría entre 18 y 25 años, solo unos pocos de alrededor de 30 años; y todos estaban en buenas condiciones físicas. Ninguno de estos voluntarios, 100 en total, tenía “influenza”; es decir, de las historias más cuidadosas que pudimos obtener, no dieron cuenta de un ataque febril de ningún tipo durante el invierno, excepto unos pocos que fueron seleccionados a propósito, por haber mostrado un ataque típico de influenza, y para probar el test de inmunidad, ademas de con fines de control.
Ahora bien, procedimos con bastante cautela al principio administrando un cultivo puro del bacilo de la influenza, el bacilo de Pfeiffer, en una cantidad bastante moderada, en las fosas nasales de algunos de estos voluntarios . No me detendré a relatar estos primeros experimentos, pero pasaré de inmediato a lo que puedo llamar nuestro Experimento 1.
EXPERIMENTOS EN ISLA GALLOPS
Como las pruebas preliminares resultaron negativas, nos volvimos más audaces y seleccionamos a diecinueve de nuestros voluntarios, les dimos a cada uno de ellos una gran cantidad de una mezcla de trece cepas diferentes del bacilo de Pfeiffer, algunas de ellas obtenidas recientemente de los pulmones en la necropsia; otras eran subculturas de diferentes edades, y cada una de las trece tenía, por supuesto, una historia diferente. Se rociaron suspensiones de estos organismos con un atomizador en la nariz y en los ojos, y nuevamente en la garganta, mientras los voluntarios respiraban. Usamos algunos miles de millones de estos organismos, de acuerdo con nuestros conteos estimados, en cada uno de los voluntarios, pero ninguno de ellos se enfermó. Luego se procedió a transferir el virus obtenido de casos de la enfermedad; es decir, recogimos el material y las secreciones mucosas de la boca, nariz, garganta y bronquios de los casos de la enfermedad y las transferimos a nuestros voluntarios. Siempre obtuvimos este material de la misma manera: del paciente con fiebre, en la cama, colocamos un recipiente grande, poco profundo, frente a él o ella, y le lavamos una fosa nasal con una solución de sal estéril, usando quizás 5ce, todo lo que puede caber en este tipo de bandeja; la fosa nasal se sopla vigorosamente en la bandeja. Esto se repite con la otra fosa nasal. Luego, el paciente hace gárgaras con un poco de la solución. Luego obtenemos un poco de moco bronquial a través de la tos, y luego limpiamos la superficie mucosa de cada una de las fosas nasales y también la membrana mucosa de la garganta. Colocamos estos hisopos con el material en un frasco con perlas de vidrio, y añadimos todo el material obtenido en la cubeta. Este es el material que transferimos a nuestros voluntarios. En este experimento en particular, en el que usamos diez voluntarios, cada uno de ellos recibió una cantidad comparativamente pequeña de esto, aproximadamente 1 cc rociado en cada fosa nasal y en la garganta, mientras inspiraba, y tambien en los ojos. Ninguno de ellos se enfermó. Parte del mismo material se filtró e inculcó a otros voluntarios, pero no produjo ningún resultado.
Llegados a este punto puedo mencionar que los donantes eran todos pacientes con influenza en hospitales de Boston; a veces en el Hospital Naval de EE. UU. en Chelsea, a veces en el Hospital Peter Bent Brigham, donde teníamos acceso a casos adecuados. Siempre tuvimos en cuenta el hecho de que no tenemos un criterio de influenza; por eso me gustaría recalcar que nunca tomamos un caso aislado de fiebre, sino que seleccionamos a nuestros donantes de un foco o brote de la enfermedad bien diferenciado, a veces de una epidemia en una escuela con 100 casos, de los cuales elegíamos cuatro o cinco casos típicos, con el fin de prevenir errores en el diagnóstico de influenza.
Ahora bien, pensando que tal vez el fracaso en la reproducción de la enfermedad de los experimentos que he descrito se debió a que obtuvimos el material en los hospitales de Boston y luego lo llevamos por la bahía hasta Gallops Island, lo que a veces requería cuatro horas antes de que nuestros voluntarios recibieran el material, y creyendo que el virus tal vez era muy frágil y no podría soportar esta exposición, planeamos otro experimento, en el que obtuvimos una gran cantidad de material y, mediante arreglos especiales, lo llevamos a Gallops Island; de modo que el intervalo entre la toma del material de los donantes y la entrega a nuestros voluntarios fue de tan solo una hora y cuarenta minutos, en total. Cada uno de estos voluntarios en este experimento, diez en total, recibió 6 cc de la mezcla que he descrito. Lo recibieron en cada fosa nasal; en la garganta y en los ojos; usando 6 cc en total, de los que la mayor parte fue asimilada. Ninguno de ellos enfermó.
Entonces, pensando que tal vez no era solo el tiempo lo que estaba causando nuestros fallos, sino también la solución salina, ya que es posible que la solución salina sea enemiga del virus, planeamos otro experimento para eliminar tanto el factor tiempo como la solución salina y todas las demás influencias externas. En este experimento pusimos pequeños hisopos de algodón en la punta de los palitos, y transferimos el material directamente de nariz a nariz y de garganta a garganta, utilizando un tubo West para el cultivo de garganta, para obtener el material no solo de las amígdalas, sino también de la nasofaringe posterior.
Usamos diecinueve voluntarios para este experimento, y fue durante la época del brote, cuando pudimos elegir entre los muchos donantes. Algunos de los donantes estaban en el primer día de la enfermedad. Otros estaban en el segundo o tercer día de la enfermedad. Ninguno de estos voluntarios que recibieron el material así transferido directamente de los casos enfermó de ninguna manera. Cuando digo que ninguno de ellos se enfermó de ninguna manera, quiero decir que después de recibir el material fueron aislados en Gallops Island. Se les tomaba la temperatura tres veces al día y se les examinaba cuidadosamente, por supuesto, y bajo supervisión médica constante se los retenía durante una semana completa antes de liberarlos, y tal vez se los usara de nuevo para algún otro experimento. Todos los voluntarios recibieron al menos dos, y algunos de ellos tres “disparos”, como ellos mismos lo llamaban.
Nuestro siguiente experimento consistió en inyecciones de sangre. Tomamos cinco donantes, cinco casos de influenza en la etapa febril, algunos de ellos, de nuevo, bastante temprano en el desarrollo de la enfermedad. Extrajimos 20 ‘cc de la vena del brazo de cada uno, haciendo un total de 100 cc, que se mezclaron y trataron con citrato de sodio al 1 por ciento. Se inyectaron diez cc de sangre entera citratada en cada uno de los diez voluntarios. Ninguno de ellos se enfermó
de ninguna manera. Luego recolectamos una gran cantidad de material mucoso del tracto respiratorio superior y lo filtramos a través de filtros Mandler. Si bien estos filtros retendrán las bacterias de tamaño normal, permitirán el paso de organismos “ultramicroscópicos”. Este filtrado se inyectó a diez voluntarios, cada uno de los cuales recibió 3,5 cc por vía subcutánea, y ninguno de ellos enfermó de forma alguna.
El siguiente experimento fue diseñado para imitar la forma natural en que se propaga la influenza, al menos la forma en que creemos que se propaga la influenza, y no tengo ninguna duda de que lo hace: por contacto humano. Este experimento consistió en llevar a diez de nuestros voluntarios de Gallops Island al US Naval Hospital en Chelsea, a una sala con treinta camas, todas llenas de influenza.
Previamente habíamos seleccionado a diez de estos pacientes para ser los donantes; y ahora, relatando lo que sucedió con uno de nuestros voluntarios, pero sin olvidar que los otros nueve estaban haciendo lo mismo al mismo tiempo, obtendremos una imagen de lo que estaba sucediendo en este experimento:
El voluntario fue conducido al lado de la cama del paciente; fue presentado. Se sentó junto a la cama del paciente. Se dieron la mano y por instrucciones, se acercaron tanto como pudieron y se hablaron durante unos minutos. Al final de los cinco minutos, el paciente exhaló lo más fuerte que pudo, mientras que el voluntario, hocico con hocico (de acuerdo con sus instrucciones, aproximadamente 2 pulgadas entre los dos), recibió su aliento espirado, y al mismo tiempo estaba inhalando mientras el paciente exhalaba. Esto lo repitieron cinco veces, y lo hicieron con bastante fidelidad en casi todos los casos.
Después de haber hecho esto cinco veces, el paciente tosió directamente en la cara del voluntario, cara con cara, cinco veces diferentes.
Puedo decir que los voluntarios fueron perfectos el procedimiento de estos experimentos. Lo hicieron con un alto idealismo. Se inspiraron con la idea de que podrían ayudar a otros. Pasaron el programa con un espíritu espléndido. Después de que nuestro voluntario tuvo este tipo de contacto con el paciente, hablando y charlando y estrechándole la mano durante cinco minutos, y recibiendo su respiración cinco veces, y luego su tos cinco veces directamente en su cara, pasó al siguiente paciente a quien habíamos seleccionado y repitio lo mismo, y así sucesivamente, hasta que este voluntario tuvo ese tipo de contacto con diez casos diferentes de influenza, en diferentes etapas de la enfermedad, en su mayoría casos recientes, ninguno de ellos con más de tres días de antigüedad. Recordemos que cada uno de los diez voluntarios tuvo ese tipo de contacto íntimo con cada uno de los diez pacientes de influenza. Fueron vigilados atentamente durante siete días, y ninguno de ellos se enfermó de ninguna manera.
EXPERIMENTOS EN PORTSMOUTH
En ese momento, llegaron las vacaciones, nuestro material se agotó y suspendimos temporalmente nuestro trabajo. De hecho, nos sentimos bastante sorprendidos y algo perplejos, y no estábamos seguros de cuál sería el próximo camino a seguir, y sentimos que sería mejor tomar un pequeño respiro y descansar.
Comenzamos otra serie de experimentos en febrero que duraron hasta marzo, nuevamente utilizando cincuenta voluntarios cui dadosamente seleccionados de la Estación de Entrenamiento Naval de Deer Island. Estos experimentos no los describiré en detalle. Tardaría demasiado. Fueron diseñados de manera simple y el programa fue planeado cuidadosamente, pero la forma en que resultaron las cosas se volvió muy confusa y desconcertante. Daré dos ejemplos para explicar lo que quiero decir con eso; y los doy porque son sumamente instructivos y muy interesantes.
En febrero y marzo, la epidemia estaba disminuyendo. Tuvimos dificultades para encontrar donantes. No estábamos seguros de nuestro diagnóstico, no teniendo criterio de influenza. Por lo tanto, nos sentimos muy afortunados cuando nos enteramos de un brote que estaba ocurriendo en la Prisión Naval de Portsmouth, a solo unas pocas horas al norte de Boston. Inmediatamente cargamos un par de automóviles con nuestros voluntarios y corrimos a Portsmouth, y allí repetimos muchas cosas que he descrito en nuestra primera serie de experimentos. En Portsmouth, casos típicos para donantes, y transferencia del material directamente a nuestros voluntarios. En unas treinta y seis horas, la mitad del número que expusimos contrajo fiebre y dolor de garganta, con presencia de estreptococos hemolíticos, sin duda como agente causal. Todos los clínicos que vieron estos casos en consulta coincidieron con nosotros en que eran casos ordinarios de dolor de garganta.
Otro incidente: uno de nuestros oficiales, el Dr. L., que había estado en contacto íntimo con la enfermedad desde principios de octubre, recolectando material de seis hombres sanos en el Portsmouth Navy Yard, se pensó que podrían estar en el período de incubación de la enfermedad; estábamos tratando de obtener material lo antes posible, porque toda la evidencia parece indicar que la infección es transmisible al principio de la enfermedad. Ninguno de los seis hombres enfermó de influenza, pero el Dr. L. lo hizo en treinta y seis horas, con un ataque clínico de influenza, aunque había escapado al resto del brote.
CONCLUSIÓN
Creo que debemos tener mucho cuidado de no sacar conclusiones positivas de resultados negativos de este tipo. Se deben considerar numerosos factores. Nuestros voluntarios pueden no haber sido susceptibles. Es posible que hayan sido inmunes. Habían estado expuestos a la enfermedad como el resto de las personas, aunque no presentaban antecedentes clínicos de ataque.
El Dr. McCoy, quien con el Dr. Richey realizó una serie similar de experimentos en Goat Island, San Francisco, utilizó voluntarios que, hasta donde se sabe, no habían estado expuestos al brote en absoluto, también tuvieron resultados negativos, es decir, no pudieron reproducir la enfermedad. Quizás haya factores, o un factor, en la transmisión de la influenza que no conocemos.
De hecho, comenzamos el brote con la idea de que conocíamos la causa de la enfermedad y estábamos bastante seguros de que sabíamos cómo se transmitía de persona a persona. Quizá, si algo hemos aprendido, es que no estamos muy seguros de lo que sabemos sobre la enfermedad.
https://zenodo.org/record/1505669/files/article.pdf?download=1
RESUMEN
* Ninguno de estos voluntarios, 100 en total, tenía “influenza”; a excepción de unos pocos que fueron seleccionados especificamente para probar cuestiones de inmunidad y para servir de control.
* Los experimentos preliminares que utilizaron un cultivo puro del bacilo de Pfeiffer, en una cantidad bastante moderada rociada en las fosas nasales de algunos de los voluntarios, no produjeron resultados.
* Diecinueve de los voluntarios recibieron una gran cantidad de una mezcla de trece cepas diferentes del bacilo de Pfeiffer.
* Se rociaron suspensiones de estos organismos con un atomizador en la nariz y los ojos, y nuevamente en la garganta, mientras los voluntarios respiraban.
* Según sus estimaciones, usaron unos miles de millones de estos organismos en cada uno de los voluntarios, pero ninguno enfermó.
* Recolectaron el material y las secreciones mucosas de la boca, nariz, garganta y bronquios de los casos de la enfermedad y lo transfirieron a los voluntarios.
* En este experimento particular con diez voluntarios, cada uno recibió una cantidad comparativamente pequeña de secreciones mucosas, alrededor de 1 c.c. rociado en cada fosa nasal y en la garganta, mientras se inspira, y en el ojo
* Ninguno de estos 10 voluntarios se enfermó y parte del mismo material se filtró e inculcó a otros voluntarios, pero no produjo ningún resultado.
* No tenían criterio de influenza pero seleccionaban donantes de un foco o brote de la enfermedad distinto, a veces una epidemia en una escuela con 100 casos, de los cuales seleccionaban cuatro o cinco casos típicos para evitar errores en el diagnóstico de influenza
* Por temor a que el tiempo de 4 horas desde la recolección de la muestra hasta el uso pudiera haber interferido con la transmisión, las muestras se recolectaron y se usaron dentro de 1,5 horas.
* Cada uno de los 10 voluntarios de este experimento recibió 6 c.c. de las cosas mixtas descritas anteriormente
* Lo recibieron en cada fosa nasal; lo recibió en la garganta, y parte de él fue tragado, pero ninguno de los voluntarios se enfermó
* Temiendo la solución salina en la mezcla siguiente, la eliminaron como una variable, así como todas las demás influencias externas
* En este siguiente experimento tenían pequeños bastoncillos de algodón en el extremo de los palos, y transfirieron el material directamente de nariz a nariz y de garganta a garganta, utilizando un tubo West para el cultivo de garganta, para obtener el material no solo de las amígdalas sino también de la nasofaringe posterior
* Se utilizaron diecinueve voluntarios y ninguno se enfermó de ninguna manera.
Cuando Rosenau dice que nadie se enfermó de ninguna manera, establece cuidadosamente que:
1. Después de recibir el material, los voluntarios fueron aislados en Gallops Island.
2. Se les tomó la temperatura tres veces al día y se les examinó cuidadosamente
3. Estuvieron bajo supervisión médica constante y fueron retenidos durante una semana completa antes de ser liberados.
4. Algunos fueron usados nuevamente para otros experimentos.
5. Todos los voluntarios recibieron al menos dos, y algunos de ellos tres “tiros”, como lo expresaron
* El siguiente experimento consistió en inyecciones de sangre.
* Tomaron cinco donantes, cinco casos de influenza bastante temprano en la enfermedad y extrajeron 20 c.c. de la vena del brazo de cada uno, haciendo un total de 100 c.c., que se mezcló y trató con 1 por ciento de citrato de sodio
* Se inyectó diez c.c. de la sangre entera con citrato en cada uno de los diez voluntarios y ninguno de ellos se enfermó de ninguna manera
* El material mucoso del tracto respiratorio superior se recogió y filtró
Este filtrado se inyectó a diez voluntarios, recibiendo cada uno 3,5 c.c. subcutáneamente, y ninguno de los voluntarios se enfermó de ninguna manera
* El siguiente experimento fue diseñado para imitar la forma natural en que la influenza se propaga a través del contacto humano.
* Este fue el proceso descrito por Rosenau:
1. El voluntario fue conducido al lado de la cama del paciente.
2. Fue presentado y se sentó junto a la cama del paciente.
3. Se dieron la mano y, siguiendo instrucciones, él se acercó lo más que pudo convenientemente y hablaron durante cinco minutos.
4. Al cabo de los cinco minutos, el paciente exhalaba lo más fuerte que podía, mientras que el voluntario, hocico con hocico (de acuerdo con sus instrucciones, a unos 2 centímetros entre los dos), recibía este aliento espirado, y al mismo tiempo inhalaba mientras el paciente exhalaba
5. Repitieron esto cinco veces, y lo hicieron con bastante fidelidad en casi todos los casos.
6. Después de haber hecho esto cinco veces, el paciente tosió directamente en la cara del voluntario, cara a cara, cinco veces diferentes.
7. Luego, el voluntario procedió a otros 9 pacientes en diferentes etapas de la enfermedad y el proceso descrito anteriormente se repitió en su totalidad con cada uno.
* Los diez voluntarios que pasaron tiempo con los diez pacientes fueron observados atentamente durante siete días, y ninguno de ellos se enfermó de ninguna manera.
* Después de realizar los diversos experimentos descritos anteriormente y los resultados negativos obtenidos, Rosenau admite que se sintieron bastante sorprendidos y algo perplejos, y no estaba seguro de cuál sería la siguiente forma de convertir
* En experimentos posteriores, después de aproximadamente treinta y seis horas después de la inoculación, la mitad del número que expusieron contrajo fiebre y dolor de garganta, con presencia de estreptococos hemolíticos, que sin duda se consideró como el agente causal.
* Todos los médicos que vieron estos casos en consulta coincidieron con los investigadores en que se trataba de casos normales de dolor de garganta.
* Un médico, que recopiló material de 6 hombres sanos que se creía que estaban en las primeras etapas de la influenza, se enfermó de influenza mientras los 6 hombres permanecieron sanos.
El Dr. McCoy, quien con el Dr. Richey realizó una serie similar de experimentos en Goat Island, San Francisco, utilizó voluntarios que no habían estado expuestos al brote en absoluto y también tuvieron resultados negativos y no pudieron reproducir la enfermedad.
Conclusión final de Rosenau:
“De hecho, iniciamos el brote con la idea de que conocíamos la causa de la enfermedad y estábamos bastante seguros de que sabíamos cómo se transmitía de persona a persona. Quizá, si algo hemos aprendido, es que no estamos muy seguros de lo que sabemos sobre la enfermedad”.
Los experimentos de Rosenau fueron solo uno de muchos que intentaron y fallaron en transmitir un “virus” a los humanos de manera “natural” y experimental. Como se indicó anteriormente, se realizaron más experimentos en la costa este de Angel Island, que también produjeron resultados negativos. Hay muchos otros estudios a lo largo de principios del siglo XX que llegaron a las mismas conclusiones. Uno de ellos se detalla en este resumen procedente de un estudio de 1921:
Estudios de influenza III. Intentos de cultivar virus filtrables de casos de influenza y resfriados comunes. Sara E Branham, Ivan C Hall
The Journal of Infectious Diseases, 143-149, 1921
“Estos experimentos no ofrecen evidencia que respalde la teoría de que la causa de los resfriados comunes o la influenza es un virus filtrable. Al intentar cultivar virus filtrables de las secreciones nasofaríngeas en resfriados e influenza, no se encontraron cuerpos en los “cultivos” que no pudieran encontrarse también en los de personas normales, en controles en todos los medios simples examinados y en platinas en blanco . Se reconoce que los experimentos negativos, limitados al intento de cultivo de un virus filtrable y que no incluyen intentos de reproducir la enfermedad en animales, no ofrecen evidencia concluyente de que dicho virus no esté involucrado. No se pueden extraer conclusiones sobre la influenza, debido a los pocos casos examinados, junto con el hecho de que no se tomaron muestras de los mismos durante las primeras etapas de la enfermedad. Sin embargo, los resultados uniformemente negativos obtenidos con un número grande y representativo de resfriados no carecen de importancia”.
Hay muchas pruebas contra el mito de la infecciosidad. Los investigadores han intentado repetidamente transmitir “virus” invisibles de persona a persona y han
fallado . Debido a estos primeros experimentos fallidos que niegan el mito de la transmisión de enfermedades de persona a persona, este tipo de estudios con sujetos humanos se consideraron poco éticos y finalmente se detuvieron. En cambio, la evidencia de “virus” provino de enfermedades creadas experimentalmente a través de inyecciones no naturales de tejidos animales triturados mezclados con químicos/aditivos tóxicos en el cerebro, ojos, nariz, garganta, venas, etc. de otros animales. Dado que la virología no podía mostrar la transmisión de enfermedades de persona a persona, decidieron engañar a los crédulos e ignorantes creando enfermedades experimentales a través de la tortura deanimales. Obviamente un camino mucho más “ético”.
Desmontando La Teoria del Contagio:
Fuente: https://disiciencia.wordpress.com/2022/08/13/revista-paradoxa-n2/
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