1 de marzo
El ARN mensajero (ARNm) de la vacuna COVID-19 de Pfizer es capaz de entrar en las células hepáticas humanas y se convierte en ADN, según investigadores suecos de la Universidad de Lund.
Los investigadores descubrieron que cuando la vacuna de ARNm entra en las células hepáticas humanas, provoca que el ADN de la célula, que está dentro del núcleo, aumente la producción de la expresión del gen LINE-1 para fabricar ARNm.
A continuación, el ARNm sale del núcleo y entra en el citoplasma de la célula, donde se traduce en la proteína LINE-1. Un segmento de la proteína, llamado marco abierto de lectura 1, u ORF-1, vuelve a entrar en el núcleo, donde se une al ARNm de la vacuna y se transcribe de forma reversa en ADN.
La transcripción reversa es cuando el ADN se hace a partir del ARN, mientras que el proceso de transcripción normal implica que una porción del ADN sirve como plantilla para hacer una molécula de ARNm dentro del núcleo.
“En este estudio presentamos pruebas de que la vacuna de ARNm contrad COVID-19 BNT162b2 es capaz de entrar en la línea celular hepática humana Huh7 in vitro”, escribieron los investigadores en el estudio, publicado en Current Issues of Molecular Biology. “El ARNm de BNT162b2 se transcribe de forma reversa intracelularmente en ADN tan rápido como 6 [horas] después de la exposición a BNT162b2”.
BNT162b2 es otro nombre para la vacuna contra COVID-19 de Pfizer-BioNTech que se comercializa bajo la marca Comirnaty.
Todo el proceso se produjo rápidamente en seis horas. Que el ARNm de la vacuna se convierta en ADN y se encuentre dentro del núcleo de la célula es algo que, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), no ocurriría.
“El material genético suministrado por las vacunas de ARNm nunca entra en el núcleo de las células”, dijeron los CDC en su página web titulada “Mitos y hechos sobre las vacunas contra COVID-19”.
Esta es la primera vez que los investigadores han demostrado in vitro o dentro de una placa de Petri cómo una vacuna de ARNm se convierte en ADN en una línea celular de hígado humano, y es lo que los expertos en salud y los verificadores de hechos estuvieron diciendo durante más de un año que no podía ocurrir.
Los CDC dicen que las “vacunas contra COVID-19 no cambian ni interactúan con su ADN de ninguna manera”, y afirman que todos los ingredientes de las vacunas contra COVID-19 (administradas en Estados Unidos), tanto las de ARNm como las de vector viral, se desechan del cuerpo una vez que se producen los anticuerpos. Estas vacunas suministran material genético que instruye a las células para que empiecen a fabricar las proteínas de espiga que se encuentran en la superficie del SARS-CoV-2, el virus que causa COVID-19, para producir una respuesta inmunitaria.
Pfizer no hizo comentarios sobre los resultados del estudio sueco y solo dijo que su vacuna de ARNm no altera el genoma humano.
“Nuestra vacuna contra COVID-19 no altera la secuencia de ADN de una célula humana”, dijo un portavoz de Pfizer a The Epoch Times en un correo electrónico. “Solo presenta al cuerpo las instrucciones para crear inmunidad”.
Más de 215 millones o el 64.9 por ciento de los estadounidenses están completamente vacunados hasta el 28 de febrero, y 94 millones han recibido una dosis de refuerzo.
Trastornos autoinmunes
El estudio sueco también encontró proteínas de espiga expresadas en la superficie de las células del hígado que, según los investigadores, podrían ser el objetivo del sistema inmunitario y posiblemente causar hepatitis autoinmune, ya que “han habido informes de casos de individuos que desarrollaron hepatitis autoinmune después de la vacunación con BNT162b2”.
Los autores del primer caso reportado de una mujer sana de 35 años que desarrolló hepatitis autoinmune una semana después de su primera dosis de la vacuna contra COVID-19 de Pfizer dijeron que existe la posibilidad de que “los anticuerpos dirigidos a la espiga inducidos por la vacunación también puedan desencadenar condiciones autoinmunes en individuos con predisposición”, ya que se ha demostrado que “los casos graves de infección por el SARS-CoV-2 se caracterizan por una desregulación autoinflamatoria que contribuye al daño de tejidos”, por el cual la proteína de espiga del virus parece ser responsable.
Las proteínas de espiga pueden circular en el organismo después de una infección o de una inyección con una vacuna contra COVID-19. Se presuponía que la proteína de espiga de la vacuna permanecería principalmente en el lugar de la inyección y duraría hasta varias semanas, como otras proteínas producidas en el cuerpo. Pero los estudios demuestran que no es así.
El estudio de biodistribución de la vacuna de Pfizer realizado por la agencia reguladora japonesa (pdf) mostró que algunos de los ARNm se desplazaron desde el lugar de la inyección a través del torrente sanguíneo, y se los encontró en varios órganos como el hígado, el bazo, las glándulas suprarrenales y los ovarios de ratas 48 horas después de la inyección.
En otro estudio, las proteínas de espiga fabricadas en el cuerpo tras recibir una inyección contra COVID-19 de Pfizer fueron encontradas en pequeñas vesículas membranosas llamadas exosomas —que median en la comunicación de célula a célula transfiriendo materiales genéticos a otras células— durante al menos cuatro meses después de la segunda dosis de la vacuna.
La persistencia de la proteína de espiga en el cuerpo “plantea la perspectiva de una inflamación sostenida dentro de los órganos que expresan la proteína de espiga y de daños en los mismos”, según los expertos de Médicos por la Ética de COVID, una organización formada por médicos y científicos “que buscan defender la ética médica, la seguridad del paciente y los derechos humanos en respuesta a COVID-19”.
“Mientras la proteína de espiga pueda detectarse en las vesículas membranosas derivadas de las células, el sistema inmunitario atacará a las células que liberan estas vesículas”, señalaron.
El Dr. Peter McCullough, internista, cardiólogo y epidemiólogo, escribió en Twitter que los hallazgos del estudio sueco tienen “enormes implicaciones de un cambio cromosómico permanente y una síntesis de espigas constitutiva a largo plazo que impulsa la patogénesis de todo un nuevo género de enfermedades crónicas”.
Se desconoce si los hallazgos del estudio se producirán en organismos vivos o si el ADN convertido del ARNm de la vacuna se integrará en el genoma de la célula. Los autores afirmaron que se necesitan más investigaciones, incluyendo en organismos vivos completos como animales, para comprender mejor los posibles efectos de la vacuna de ARNm.
“En este momento, no sabemos si el ADN transcrito de forma reversa por la BNT162b2 se integra en el genoma celular. Se necesitan más estudios para demostrar el efecto de la BNT162b2 en la integridad genómica, incluida la secuenciación del genoma completo de las células expuestas a la BNT162b2, así como de los tejidos de los sujetos humanos que recibieron la vacuna BNT162b2”, señalan los autores.
Nenhum comentário:
Postar um comentário